miércoles, junio 20, 2007

Era de noche, o tal vez de mañana, y ahí estaba yo trabajando muy atareada, como siempre, en estos días las cosas estan bastante movidas. Entonces, un momento de respiro, miro al otro lado de la calle y lo veo a él de lejos, muy lejos, detrás de la barra, picando o quizás moliendo uno que otro ingrediente. Se veía ataviado con todos los pedidos que tenía por delante, y sin embargo su tranquilidad era infinita, lo lograba ver sereno, alegre y pleno en sus quehaceres.

Más tarde que temprano logré hablar con el, y cuando lo hice... Sentí su mirada delicada y profunda sobre mis ojos, sus palabras me tocaban como simples plumas en el viento acariciando mis labios.
Y esa incertidumbre de no saber si lo volvería a ver, o si mi corazón estaría en lo correcto de creer que él era ese hombre que siempre habia esperado.
Es que hablar con el era la cosa más fantástica de todas, contando incluso al verlo. Cuando el me hablaba sus labios se conectaban directamente a mi centro, a mi alma. Su voz no era fuerte, ni tampoco debil, sólo suave y profunda, como el ronroneo constante de un gato que goza conforme con su dueño.

Lo ví unas cuatro veces, como mucho. Entre su trabajo y el mío no teníamos mucho tiempo para nosotros. Pero les aseguro que todo fué hermoso y perfecto, que tanto sus palabras como las mías no bastarían para describir algo tan surreal y fantástico.

Ahora solo queda saber si los sueños se convierten en realidad o si simplemente se quedan como unas buenas manifestaciones de los deseos del subconciente llamando a la conciencia a despertar.