No me dejan dormir tranquila. Y yo tampoco las dejo dormir tranquilas.
Nacen y nacen y se desbordan de mí. Algunas, sobreviven a esta diarrea mental perenne y llegan a parar a este blog.
Todas estas guerras me tienen agotada. Me diluyo y es horrible saberlo. Mi mente se ha vuelto tan frágil y efímera como la realidad. Poco queda ya, si no escapar.